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La ciudad de Villarrica está ubicada a 172 km al este de Asuncion, en la región centro-occidental del departamento del Guaira  y en las inmediaciones de la cordillera del Ybyturuzu.

Es llamada ciudad “andariega” por las constantes mudanzas que soportó a lo largo de su historia.

La principal ruta de acceso a la ciudad es la ruta 8 Blas Garay que atraviesa el distrito de norte a sur, comunicándolo con Mbocayaty, Coronel Oviedo y San Estanislao hacia el norte y hacia el sur con Caazapa, Yuty y Coronel Bogado.

Sus tierras son altas y pobladas de selvas, aptas para el cultivo de caña de azucar y la cría de diferentes tipos de ganado.

Villarrica se divide en un total de 37 barrios: 23 en la zona rural y 14 en la zona urbana. Tiene una población de 74.355 habitantes aproximadamente según la  Direccion General de Estadiscticas, Encuentas y Censo. El 70% de su población vive en la zona urbana.

La fundación de la Villa Rica del Espíritu Santo se hizo en la Pascua del Espíritu Santo de 1570 por el inquieto e intrépido Capitán Ruy Díaz Melgarejo, en la gran provincia del Guairá, llamada así por ser los dominios del poderoso Cacique guaraní, Guairá.   Este lugar fue el de su primer asiento, donde estuvo veinticuatro años, para luego comenzar su peregrinaje, perseguida por los bandeirantes brasileños y su propio destino.

Por razones pocos conocidas, el Gobernador del Guairá, Cap. Ruy Díaz de Guzmán, hijo de Alonso Riquelme de Guzmán y más tarde historiador de aquellos acontecimientos, trasladó la ciudad en la misma desembocadura del arroyo Curimbatay, en el Huyvay, el 20 de julio de 1.594, con gran protesta de los vecinos ante el Teniente de Gobernador Cap. Bartolomé Sandoval y Ocampos. En este lugar permaneció treinta y ocho años, es decir, hasta 1.632.

Arrasada la población por Raposo Tavares y sus hordas, los habitantes en caravana siguieron el curso del río Huyvay, llegando así al Paraná que lo cruzaron muy arriba de los Saltos de Canindeyú, y asientan sus reales en la misma boca del río Ygatymí, donde permanecieron un año, hasta 1.633. Atrás quedaron para siempre los impenetrables bosques, las extensas llanuras y las costas del Atlántico, testigos de sus andanzas y padecimientos y de tantas esperanzas de su cristiana civilización.

Siempre perseguida por los bandeirantes, la población se trasladó unas 20 leguas abajo, en el recodo del río Ygatymí sobre el Mbaracayú, en la zona de Nuestra Señora de los Placeres, donde permaneció hasta 1.634, o sea un año. Desde entonces, Villa Rica del Espíritu Santo se convirtió en la capital de un territorio que caminaba con ella.

Para mejorar la defensa de la Villa, y respondiendo a órdenes de la Corona, nuevamente se trasladaron los naturales, Tupaitú, a éste lado del Mbaracayú, donde permaneció hasta casi fines de 1.636, con el nombre de “Villa Rica del Mbaracayú.

A fines de 1.636, siempre por la presión vandálica de los mamelucos, por orden del Gobernador Martín de Ledesma Balderrama,Villa Rica se trasladó de nuevo una legua arriba de lo que después fue San Isidro Labrador del Curuguaty, donde se le agregaron grupos de poblaciones de Jerez, que venían huyendo por la misma causa. Allí organizaron su Cabildo, construyeron su iglesia, un convento, escuelas, bajo el cuidado de los frailes Francisco Isturis y Raimundo Miriel, instituciones que le dieron nuevamente carácter de verdadera comunidad. Allí llevaban los villarriqueños cuarenta años de pacífica existencia, educando a sus hijos, criando ganados y elaborando yerba mate, pero, cuando más desprevenidos estaban, les cayeron encima otra vez los mamelucos, quienes consiguieron desarmarles, tomar toda su indiada prisionera y expulsar de la ciudad al resto de la población, con su Teniente de Gobernador Ruy Díaz Melgarejo (homónimo del fundador) a la cabeza. Era el año 1.676.

Cuando Villa Rica llevaba cuarenta años de pacífica existencia, la población sufrió otro despiadado malón de los portugueses, que la obligó a huir precipitadamente, abandonando todo, esta vez en la desesperanza, hacia Asunción, en busca de amparo y auxilio. Pero la población fue atajada y, por orden del Gobernador Felipe de Reyes Corvalán, obligada a volver a su asiento de Curuguaty. Una vez más, se manifestaba así, en forma cruel, el viejo antagonismo entre Asunción y Villa Rica, nacida con la desobediencia de su fundador, Ruy Díaz Melgarejo. Los villarriqueños se desbandaron y abandonaron con tristeza e ingrato recuerdo aquel lugar hasta donde llegaron en pedido de amparo, desviaron su ruta, y una parte de ellos se dirigió hacia Itapé, donde se estableció, mientras que otra la parte volvió hacia Curuguaty. En este trajín pasó Villa Rica algo así como un año.

Como no se les permitió a los villarriqueños establecerse en las cercanías de Asunción, sino, además, se les obligó a alejarse treinta leguas al este de ella, lugar llamado Espinillo, no lejos de la naciente del arroyo Tobatyrý, algo así como cinco leguas al oeste de Ajos. Este lugar ofrecía pocas ventajas para la caza y la pesca. No obstante, permanecieron allí unos trece años, de 1.678 a 1.701.

Esta sería la última mudanza al actual asiento de la ciudad. Buscando mejores tierras, se hicieron exploraciones al sur del río Tebicuary hasta llegar a las tierras del Ybytyrusú, donde por Cédula Real del 12 de marzo de 1.701, después de órdenes y contraórdenes, luego de 131 años de peregrinaje, Villa Rica del Espíritu Santo se estableció definitivamente, lo que le valió el nombre de “andariega”.

Como se sabe, a fines del siglo XIX, para pagar a los vencedores de la guerra de la Triple Alianza, Paraguay ofreció al mundo grandes extensiones de tierras a muy bajo costo. Esta oferta, más el proyecto de hacer llegar la vía férrea al Paraná, más las diversas dificultades que surgían en Europa, llegaron a Villarrica, como a muchas otras ciudades, migrantes de todas partes, cuyo entusiasmo revitalizo la rebelde, energética y perseverante estirpe guaireña e hizo surgir una particular cultura que los gua’i asumen con no disimulado orgulloso.

El Ferrocarril llegó a Villarrica en 1889. Hoy la otrora concurrida Estación se convierte en un sitio de rescate de la memoria histórica local, que salvaguarda valores patrimoniales. Hoy funciona en el sitio el Centro Cultural Comunitario “La Estación de Villarrica”.

Don Cosme Codas Insfrán ocupó el cargo de Intendente Municipal de la ciudad de Villarrica, siendo designado por decreto del Poder Ejecutivo del 14 de febrero de 1910, constituyéndose así en la primera autoridad comunal de esta jerarquía en la historia de la ciudad.

En el año 1911 se inició la construcción del Teatro Municipal, obra dirigida por el señor Hans Shelman, e inaugurada en julio de 1913, siendo los gestores e impulsadores de este emprendimiento Cosme Codas, Emilio Mastrazzi, Damiano Velázquez y Juan Lombardi. Durante su gobierno, en septiembre de 1911, se reanudo la construcción del palacete municipal, dos años más tarde, el 14 de julio del año 1913, durante el gobierno de Codas fue inaugurado el edificio.

Históricamente esta ciudad es conocida como la cuna de poetas. Hoy se agrega a ese sobrenombre “Cuna de Santa”, teniendo en cuenta que la futura primera Santa del Paraguay, Maria Felicia de Jesus Sacramentado mas conocida como Chiquitunga Guggiari, es villarriqueña.

Aquí nació el primer poeta y periodista paraguayo, NatalicioDe Maria Talavera. Luego otros, como de Manuel Ortiz Guerrero, Natalicio González, Delfín Chamorro, Ramón Indalecio Cardozo y su hijo Efraín, Leopoldo Ramos Giménez, Ramiro Domínguez y Muchas otras figuras destacadas, como Alejandro Encina Marín, Helio Vera, Luis Alfonso Resck, Caio Escavone, Modesto Escobar, grupos musicales de afamada trayectoria, como «Los Gomez´´, «Generacion´´

En el campo educativo, cuenta con la más antigua sede de la Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción” en el interior, desde 1961. Además, aquí se  reconoció oficialmente la primera carrera de Medicina del interior, en 1989. Hoy es sede de varias otras universidades, por lo cual es muy concurrida por estudiantes nacionales y extranjeros, siendo conocida a  nivel nacional por la formación de buenos profesionales.

En 2010, Villarrica se convirtió en la primera ciudad del Paraguay en poseer un gobierno electronico siendo parte del proyecto “Villarrica, ciudad digital”. Dicho proyecto tiene el objetivo de promover el acceso de la ciudadanía a la tegnologia, mejorar los servicios del municipio, estimular la transparencia y la participación del ciudadano en la gestion publica.

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